Cómo te influyen tus creencias
Cómo te influyen tus creencias
En los dos post anteriores, hablé de valores (puedes leer valora tus valores y los valores personales). Los valores en sí mismos no son ni buenos ni malo, sino que son las creencias que tenemos alrededor de ellos, lo que le dan ese matiz. En este post aprenderás cómo tus creencias te influyen en tu día a día.
Índice de contenidos
Tipos de creencias
Las creencias tampoco son buenas ni malas, ya que esto depende mucho de la persona. Sin embargo, sí que, cuando nos referimos a creencias, hablamos de creencias limitantes y creencias potenciadoras:
- Creencias potenciadoras: Son aquellas que te ayudan en el día a día y te impulsan a conseguir todo lo que deseas. Una creencia potenciadora puede ser, por ejemplo, “yo creo que puedo andar sin caerme”. Es un ejemplo tonto, pero, ¿te imaginas creer que no puedes dar dos pasos seguidos? ¿Cómo afectaría eso a tu vida? Por supuesto, las creencias potenciadoras no requieren que trabajes sobre ellas. Ya están ayudándote en tu día a día y si algo te potencia y es bueno para ti, ¿para qué cambiarlo?
- Creencias limitantes: Todo lo contrario a lo anterior. Son las que te limitan en tu día a día. Puede que no seas consciente, pero están presentes siempre que te dices que no puedes hacer algo, o que no tienes la formación adecuada, o que no es tu momento, o incluso, que no te lo mereces. Éstas son las que merecen la pena trabajar y cambiar. Transformar creencias limitantes en creencias potenciadoras es un gran recurso que te impulsará a lograr lo que deseas.
¿Cómo puedes saber que tienes creencias limitantes? Muy fácil. Piensa en algún objetivo que te hayas propuesto y que no hayas logrado. Piensa en el motivo por el que no lo lograste. Ese motivo es tu creencia limitante. Un ejemplo muy bueno es el de aprender inglés. Si piensas que eres muy torpe o muy mayor para aprenderlo. Esas son las creencias que te limitan a la hora de aprender un idioma.
Naciste libre
Pero no siempre tuviste esas creencias limitantes. Naciste sin ellas. Sólo tienes que fijarte en los niños para ver que creen que son capaces de todo. No tienen miedo a nada. Y somos los adultos los que les limitamos constantemente cuando les decimos qué pueden o no pueden hacer, cuando les metemos miedo a hacer determinadas cosas pensando que así estarán seguros, en lugar de enseñarles cómo hacerlo. Menudo regalo les estamos haciendo a nuestros niños y que les acompañará durante toda la vida.
Una vez mi sobrino quería dibujar algo (no recuerdo exactamente el qué) y su abuelo le dijo: “Por qué quieres dibujar eso sino sabes hacerlo, dibuja otra cosa que sepas”. Me enfadé mucho. Me llevé a mi padre aparte y le dije que, por favor, no volviera a decirles a los niños que no saben o que no son capaces de hacer algo y que en lugar de eso les enseñara cómo hacerlo.
A lo largo del día expresas decenas y decenas de creencias limitantes que son recogidas por otras personas y se las guarda. Cada palabra tuya puede ser un regalo o una piedra para otra persona y más para un niño. Necesitamos poner el foco de atención en lo que decimos porque no somos conscientes de sus consecuencias.
Con el tiempo, algunas creencias van cambiando, desaparecen y se forman otras. El niño que piensa que puede volar, se da cuenta que no separa los pies del suelo. El futuro artista, decide ir a por las matemáticas porque el arte no tiene futuro. No soy capaz, no valgo, no me lo merezco. Mucha gente se pasa toda la vida viviendo la vida cree que tiene que vivir, en lugar de la que quiere vivir. ¿Se te ocurre algo más limitante? Espero que no sea tu caso.
Distintos grados
No todas las creencias están arraigadas en ti con la misma fuerza fuerza. Algunas lo estarán muy profundamente y otras serán más fáciles de cambiar ya que tendrán menos fuerza. Así pues, en ti estarán conviviendo estos grados:
- Quiero creer: Son aquellas frases que te dices que quieres creerte pero no te crees todavía. Ejemplo: “Quiero creer que todo el mundo es bueno”.
- Puedo creer: Es aquello que, aunque todavía no te crees del todo, sabes que existe la posibilidad de que sea verdad. Ejemplo: “Puedo creer que existe vida en otro planeta”.
- Creía: Aquellas creencias que una vez tuviste pero que ya no están en ti y eres consciente de ello. Ejemplo: Seguro que alguna vez te dijiste “Nunca aprenderé a conducir”, cuando estabas aprendiendo a conducir. Y hoy en día, has aprendido.
- Duda: Todo aquello de lo que no estás seguro que sea verdad o no. Ejemplo: “No se si aprobaré el examen”.
- Creencia: Lo que crees, sea limitante o potenciador para ti. Ejemplos: “Soy torpe”, “Bailo muy bien”.
- Certeza: De lo que estás absolutamente seguro que es verdad por encima de todo. Estas son las más fuertes en ti, y suelen estar a nivel de identidad, del ser. Por ejemplo: “Soy un ser humano”.
Cambio de creencias
Una creencia no se elimina. En su lugar se debe poner otra. En un ejercicio de PNL, trabajo con este mapa de creencias para sustituir una limitante por una potenciadora. Y no vale cambiar directamente, ya que tu cerebro no se lo va a creer y no puedes engañarlo. Tienes que seguir un proceso que te vaya desvinculando de esa creencia que quieres cambiar.
Y como siempre, el primer paso para poder trabajar con tus creencias limitantes es que las identifiques. Piensa en todo aquello que te ha impedido alguna vez conseguir algo y anótalo. Te animo a dedicarle 10 minutos, no mucho más, a este ejercicio y ver qué sucede. También si te encuentras alguna vez con una creencia limitante, que no te habías dado cuenta antes la puedes anotar. Como te decía, a lo largo del día, expresamos decenas de ellas. Sólo tienes que escucharte. También los demás pueden darte muy buenas pistas. Cuando expresan también alguna creencia y de repente te das cuenta de que compartes su opinión. ¿Qué ocurre ahí?
Pues lo dicho, te animo a hacer esta reflexión para que puedas comenzar a potenciarte hasta el infinito ¡y más allá!
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Muy buena explicación acerca de algo que creo nos atañe a muchas personas y de lo cual no somos conscientes generalmente. ¡ Muy buen artículo!
Muchas gracias por tu comentario, Javier! Me alegro que te guste!